miércoles, 24 de agosto de 2011

Casualidad.

Era un día como otro cualquiera. Esa mañana me encontraba aún entre las sábanas, desperezándome a las 12 de la mañana, ya que me había acostado bastante tarde, entretenida con algún que otro vídeo erótico por Internet. Esa noche cuando ya me encontraba excitada comencé a masturbarme. A menudo solía fantasear con mi vecino Jeremy. 
  "¿Cómo alguien podía ser tan perfecto?" Susurraba mi mente para mi misma mientras me encontraba tumbada en el salón, con el portátil sobre el pecho y una de mis manos en mi sexo, acariciando con suavidad mi clítoris, atormentándolo. Cerraba los ojos y entreabría los labios jadeando suavemente sin cesar las caricias, mientras mi dedo índice se movía más y más rápido, provocando que mi espalda se arqueara y me hiciera estremecer. Con el dedo corazón perfilaba la entrada de mi sexo mientras observaba la escena erótica en la pantalla, imaginando que yo era aquella chica a la que penetraban mientras emitía algún que otro suspiro.
 Tras una noche tan "divertida" siempre me levantaba de buen humor. Tomé una ducha y me vestí con un sencillo vaquero corto y una camiseta caída por el hombro de unos colores bastante vivos, que dejaban ver la tira de mi sujetador blanco por uno de los hombros. 
 Tras salir al salón mientras me cepillaba el pelo mojado y tomaba alguna galleta vi a mi madre tumbada en el sofá. Sonreí para mi misma. "Si ella supiera que hace unas escasas horas su hija había tenido un orgasmo en ese mismo lugar..."


 -Angy, ahora cuando puedas ve a sacar la basura anda. -Decía mientras practicaba uno de los deportes que más le gustaban, el "zapping". 

- Sí, sí, mamá... no seas pesada. -Contestaba yo harta de que todos los fines de semana me dijera lo mismo, pero aún así eso no iba a quitarme el ánimo.

 Tras hacerme una coleta, a conjunto con la ropa que llevaba como siempre, salí de casa con la bolsa de basura en la mano. Estaba esperando el ascensor, miré el reloj y sonreí. Las 12:45. Sabía que a esa hora Jeremy puntual como siempre saldría de su casa para ir a jugar con sus amigos al baloncesto. "¿Estaría tan guapo como siempre? Tan atractivo... con sus pantalones cortos verdes, y sus calcetines blancos hasta la media pierna marcando esos músculos tan deliciosos..." 
El sonido del ascensor interrumpió mis pensamientos, la puerta se abrió y allí estaba él, de espaldas a mi, atusándose el pelo mirándose al espejo. Reprimí un suspiro mordiéndome el labio inferior.


-Hola Jeremy, vas de nuevo a jugar al baloncesto por lo que veo, ¿no? -Decía mientras entraba en el ascensor con la bolsa de basura, mirándole a través del espejo con una pequeña sonrisa.

-Buenos días Angélica... -Dijo mientras se sonrojaba de manera notable. 

Me extrañó ya que no se dio la vuelta, se mantuvo de espaldas a mi hablándome a través del espejo y echando alguna ojeada de vez en cuando hacia abajo, con las mejillas aún con rubor. Seguí su mirada hasta su entrepierna, viendo esta zona abultada. En ese momento sentí un cosquilleo por mi vientre hacia arriba, sonrojándome también. ¡Dios! estaba empalmado... Alcé la vista hasta sus ojos; ¡estaba tan sexy así! Sonrojado, pero a la vez con las pupilas algo dilatadas por la excitación, y con sus labios entreabiertos.


-Esto... no, no es lo que parece, Angy... -Decía con voz dubitativa. Podía leer en sus ojos que por dentro pedía a gritos poder escapar de esa situación tan vergonzosa.


Observé que cogía la bolsa de basura que yo llevaba bien sujeta con mi mano para taparse. No debió de darse cuenta de que la había acercado justo desde donde yo la sujetaba. Noté como mis braguitas se humedecían y mi sexo comenzaba a palpitar ansioso, al sentir el roce de su miembro duro en mi mano.
 Sin pensármelo dos veces solté la bolsa a una esquina del ascensor y con la mano en su pecho le empujé contra una de las paredes de este, empotrándolo contra este. Jamás había sido tan valiente, pero estaba tan excitada... me gustaba tanto ese chico... y por la gran erección de sus pantalones, él también necesitaba lo mismo que yo. Todo parecía un sueño hecho realidad.

 Posé mi otra mano sobre su paquete, para poder perfilar la forma de su gran miembro erecto, notándole duro. No era para nada pequeño pero tampoco desmesuradamente grande. Era perfecto.


-Es verdad... no es lo que parece, es aún mejor. -Susurré con una voz sensual, que jamás había escuchado.



Coloqué una mano en su nuca, atrayéndole a mí, mientras que con la otra comencé a abrir su pantalón de forma rápida, estaba ansiosa por tocarle. Piel con piel, poder darle el mismo placer que yo la noche anterior me había dado pensando en él.
 Entonces fue cuando pegué mis labios a los suyos de forma frenética. Al principio noté que no se movía, pero no tardó en corresponder a mi boca sedienta de la suya apoyando sus manos en mi baja espalda, presionándome contra él. Aún sonrojado me besaba de forma entrecortada pero muy pasional, comenzando a introducir su lengua para buscar la mía.


Cada vez que nuestras lenguas se rozaban, mi mano se movía contra su miembro, cada vez más duro y más apretado en su pantalón. Me sentía húmeda y notaba cómo en mi interior las paredes de mi sexo se dilataban. Él ahogaba jadeos en mis labios, cosa que me hacía enloquecer. Nunca había estado tan cerca de él, y esta nueva experiencia me emocionaba, me excitaba y me ponía nerviosa a la vez, no sabía cómo iba a acabar esto.
Decidí dar un paso más y me separé de sus labios a regañadientes para poder verle, él enredaba una de sus manos en mi nuca, acariciándola con suavidad, mientras que la otra se encontraba apoyada en la pared del ascensor. Desabroché sus pantalones y bajé su boxer, hasta descubrir su miembro en toda su plenitud. Observé aquella maravilla de los dioses todo el tiempo que pude hasta que escuché un pequeño gruñido por su parte, instándome a seguir.


-Vamos Angy... no me dejes así pequeña, necesito que me toques... -Murmuraba con voz grave, de excitación. 


Esa petición hizo temblar cada una de mis células, y la acaté tan rápido como pude, rodeando su miembro con mi mano a la vez que de su garganta salía un gemido agudo de placer, que acalló besándome el cuello. Comencé a acariciarle, a masturbarle como había visto en los vídeos eróticos de Internet ya que no tenía ninguna experiencia en este tema. Al principio mis movimientos eran lentos y algo torpes pero aún así, él gemía, poco a poco fui adaptándome a su cuerpo comenzando a masturbarle de forma más intensa. Recorrí su glande con el dedo pulgar acariciando este, mientras que con mis otro cuatro dedos ejercía presión en el tronco de su miembro.


-Jeremy... estás tan duro... -Murmuré en un susurro concentrada en lo que estaba haciendo, fascinada por aquella parte de su anatomía. Mientras, él describía caricias por mi cuello, llenándolo de besos, mordiscos y pequeñas lamidas, con su respiración agitada.

-Gracias a ti... -Noté su sonrisa, cosa que me hizo sonreír hasta en ese momento, a la vez que me mordía el labio. Quería ver cómo se corría, cómo eyaculaba toda su esencia en mi mano. Quería que supiera que aunque tuviera menos edad que él, no era ninguna mojigata.

El movimiento de mi mano no cesaba, continuaba acariciándole de forma intensa. Decidí bajar la otra mano hasta sus testículos comenzando a masajearlos para estimularle. Cuando los gemidos de Jeremy se hicieron más intensos, nos paralizó el sonido del ascensor, indicando que habíamos llegado a la planta baja. 
 Con rapidez apartó mi mano, cubriendo de nuevo su erección y abrochándose el pantalón mientras yo me disponía a coger de nuevo la bolsa de basura, y a colocarme bien el tirante de la camiseta, un segundo antes de que la puerta se abriera. Salimos del ascensor a la vez que una pareja de ancianos, vecinos nuestros, entraban en él.


-Por los pelos... -Murmuró él con la respiración agitada mientras se pasaba el reverso de la mano por la frente, apartando el flequillo que le caía sobre esta, resoplando. Aún estaba empalmado. Que hubieran estado a punto de pillarnos había resultado de lo más excitante.

 Cogiendo la bolsa de basura, caminé hasta detenerme un momento antes, justo a su lado, mirándole a él, que tenía la vista clavada en mí y después a su entrepierna.


-Cuidado, vayas a sacarle un ojo a alguien... -Le susurré de forma divertida, a la vez que me disponía a continuar mi camino, para tirar la basura y volver a mi día normal.


martes, 23 de agosto de 2011

Casualidad. [Fracaso/Sin terminar]

Era un día como otro, Clara se encontraba en su cama desperezándose entre las sábanas a las 12 de la mañana como cualquier sábado, tras llevar solo unas pocas horas durmiendo. Se había acostado tarde como habitualmente hacía los viernes después de largas horas enganchada al portátil, viendo algún que otro vídeo erótico por Internet. A menudo solía fantasear con su vecino, Jeremy, un chico de 17 años que asistía a su instituto, moreno, alto, de unos precioso ojos color verde miel. Llevaba colada de este chico desde que era tan solo una cría.

-¡Clara, mira que hora es, haz el favor de levantarte ya! -Vociferaba su madre desde el salón. 

Se levantó a regañadientes y se acercó al armario, vistiéndose con unos pequeños vaqueros cortos que le marcaban el trasero y una pequeña camiseta blanca de tirantes. Ese verano era realmente caluroso. Salió al salón aún descalza donde encontró a su madre, la miraba mientras se restregaba la mano por los ojos para poder deshacerse de las legañas. 

-Venga Clara, termina de arreglarte y ve a sacar al perro. -Le dijo su madre mientras practicaba el deporte que tanto le gustaba; el "zapping". 

Clara ponía los ojos en blanco sin ganas de rechistar a su madre ya que sabía que aunque le reprochara acabaría sacando al perro de igual manera. Tras ataviar a su perro con la correa y terminar de peinarse y colocarse los zapatos se dispuso a salir de su casa, con los ojos aún algo cansados. Después de cerrar la puerta y encaminarse hacia el ascensor de su portal, escuchó como otra puerta se abría, de la cual salía Jeremy con una gran bolsa de basura. No pudo evitar que el corazón le diera un vuelco al ver a aquel chico que tanto le gustaba. Frunció los labios mirando al chico de reojo mientras llamaba al ascensor.

-Buenos días Jeremy... -Saludó con hilo de voz suave, con una sonrisa tonta en el rostro, sin poder mirarle directamente a lo ojos. Era algo que la intimidaba realmente, ya que era como si pudieran ver como era ella realmente con solo un vistazo a sus ojos.

-¡Hola Clara! -Saludaba él con cierta efusividad, recorriéndola con la mirada a la vez que se mordía el labio inferior, como tenía por costumbre. -¿Vás a pasear a Dunkan? Vaya... qué pregunta más estúpida, pues claro, si no ¿que ibas a hacer? -Decía este entre risas.

Clara notó que le faltaba el aire, cuando le escuchó de reír, era el sonido más perfecto que había escuchado... Y esta entrada es una puta mierdaaaaa por que yo quiero un relato ERÓTICO no uno romántico, gilipollas .l. Ag, que asco.